sábado, 2 de julio de 2016

Los molinos de Consuegra

«En esto, descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo; y, así como don Quijote los vio, dijo a su escudero:
–La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear, porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta, o pocos más, desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer; que ésta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra.
–¿Qué gigantes? –dijo Sancho Panza.
–Aquellos que allí ves –respondió su amo– de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas.
–Mire vuestra merced –respondió Sancho– que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino.
–Bien parece –respondió don Quijote– que no estás cursado en esto de las aventuras: ellos son gigantes; y si tienes miedo, quítate de ahí, y ponte en oración en el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla.»

A 62 kilómetros de Toledo y ya dentro de la región de La mancha nos encontramos uno de los municipios más emblemáticos de la provincia, Consuegra. Destacando desde gran distancia podemos apreciar a lo largo del cerro Calderico la silueta inconfundible de los molinos de viento, característica sustancial de toda la zona manchega.
Vistos al pie del susodicho cerro se vienen a la mente escenas literarias sobre las que alguien tendría mucho que decir (y más interesante sin duda). Es fácil imaginar al sin par Don Quijote ante ellos, en estado febril, creyendo ver gigantes contra los que debe luchar y así honrar a su Dulcinea. Pero no, nos encontramos ante uno más de los muchos tesoros de la región. También debemos decir que no fueron éstos los molinos donde D. Miguel de Cervantes sitúa la famosa escena de Don Quijote. Ésta debemos localizarla más al sur, en el ciudadrealeño Campo de Criptana.
Pese a ello, y desde lo más alto de la crestería, con los molinos a mi lado y La Mancha a mis pies resonaba en mi cabeza el rock de Asfalto y su Rocinante.

Publicado el 12/12/2013